Biografía
Curiosidades





























La historia de Iago Aspas en el Celta
arranca con una piadosa mentira. El menudo chico de Moaña recorrió
ilusionado los quince kilómetros que separaban su casa de Vigo para
asistir a unas pruebas que realizaba el Celta para captar niños para su
cantera, pero al llegar a A Madroa se llevó una gran desilusión: Las
pruebas eran para niños nacidos en 1986, y él lo había hecho un año más
tarde. No podía parar de llorar, convencido de que tendría que regresar a
casa de vacío. Sin embargo, su tío lo convenció: "Tú di que eres del 86
y ya está". Así lo hizo.
Viendo las pruebas, nadie diría que aquel chico era un año menor, tal
vez por su físico, pero su zurda de seda no pasó desapercibida para los
técnicos. Aspas superó una dura prueba, ya que jugó por primera vez en
un campo sintético y sufrió porque llevaba unas botas lisas y se caía
constantemente. Aspas regresó a casa convencido de que no lo llamarían,
pero a la media hora de llegar sonó el teléfono, el Celta quería
reclutarlo. Ahí tuvo que confesar su edad. A los técnicos del Celta no
les importó, sabían que habían descubierto en Iago a un pequeño genio.
Pero Aspas ya destacaba antes de llegar al Celta. En A Xunqueira, en la
playa hacía rabonas y chilirrabonas, según cuentan los que jugaban con
él. Su vida estaba marcada por el balón de fútbol, que lo acompañaba a
todas partes. Además, su familia ha dado un buen número de jugadores. Su
tío, Cristobal Juncal, jugó en las categorías inferiores del Celta, y
es futbolista profesional, como su primo Aitor. También su hermano
Jonathan vistió la camiseta celeste. Pero de todos ellos, el que más
carácter tenía era Iago.
Su llegada al Celta provocó una pequeña revolución en casa de los Aspas. Iago convenció a uno de sus hermanos mayores, Jonathan,
para hacer las pruebas en el Celta. También lo cogieron, y llegaría a
ser internacional en categorías inferiores y jugador del primer equipo.
Los padres de Aspas no tenían coche, así que Aspas acudía a entrenar con
otro compañero de Moaña, al que llevaba su padre y con el que
compartían los gastos del combustible. Sus padres se turnaban el fin de
semana para ver en directo a sus tres hijos futbolistas, ya que Urbe,
otro de sus hermanos, se abría paso como portero en categorías
regionales.
Iago Aspas se fue abriendo paso por las categorías inferiores del Celta, quería ser como Mostovoi,
se identifica con él porque jugaba de mediapunta, y tenían otra cosa en
común: el mal genio. Esa característica ha marcado la trayectoria de
Aspas desde muy pequeño. Javier Maté
fue uno de sus valedores en el Celta, y una de las personas que puso
más empeño en llevar a Aspas por el buen camino. Alivió sus
frustraciones, como cuando quiso irse en cadetes porque no lo habían
seleccionado para el campeonato de España. Purgó sus destemplanzas con
una cesión al Rápido en edad juvenil, donde destacó y dio a conocer su
lado más fogoso.
En un duelo contra el Celta, Iago se
ganó la expulsión tras llamar "niñato de mierda" al asistente. También
se encaró con la afición del Celta y les hizo cortes de mangas. Casi lo
echan del Rápido por ello, como reconoció tiempo más tarde el propio
jugador. El Celta, sin embargo, lo repescó al término de esta temporada y
ya no lo dejaría escapar. Iago Aspas salía a expulsión por temporada,
pero era algo que no importaba demasiado a Iago Aspas, que debutó con el
filial en el Ángel Carro, ante el Lugo, como titular y disputando los
90 minutos en la primera jornada de la Temporda 2006-07. El Celta B
perdió 4-0, pero Rafa Sáez había descubierto a un jugador fundamental
para el futuro.
Aquel fue su primer año en el filial, marcando 1 gol en 21 partidos, 18
de ellos como titular. Mejoró sus cifras al año siguiente, con cuatro
goles en 32 partidos. Para entonces ya había forjado una increíble
amistad con Dani Abalo,
con quien se entendía de maravilla en el campo. Eran como Zipi y Zape.
Dos traviesos futbolistas haciendo diabluras en el campo. Goran Maric,
el delantero centro del aquel equipo, se beneficiaba de esa conexión
para terminar cada año con grandes cifras goleadoras. Al final de
aquella campaña, la 2007-08, Aspas tuvo la oportunidad de debutar con el
equipo mayor. Fue en el Helmántico, ante la
desaparecida Unión Deportiva Salamanca. El Celta venía haciendo una
campaña decepcionante, y aquel partido solo fue otro ejemplo más de
ellos. Cayeron los de Alejandro Menéndez, que había sido su entrenador
en el filial ese mismo curso, pero Aspas tuvo la oportunidad de debutar,
además como titular, siendo sustituido en el minuto 60 por Pepe Aicart,
otro compañero del Celta B. Aspas no destacó excesivamente en un
partido bastante feo. Enfrente tuvo aquel día a cuatro futuros
compañeros en el Celta: Catalá, Bustos, Botelho y David Rodríguez.
En la Temporada 2008-09 elevaría sus cifras goleadoras a seis tantos,
pero lo más importante llegaría en la antepenúltima jornada de Segunda
División. El Celta, que había llegado al ecuador del campeonato con
opciones de ascenso, se había complicado la vida en la segunda vuelta
con una racha nefasta que le conducía al descenso a Segunda B. Pepe Murcia había dejado su sitio en el banquillo a Eusebio Sacristán,
y el Celta recibía en esa jornada al Alavés, que estaba tres puntos por
debajo en la clasificación. Una victoria salvaba al Celta, y una
derrota lo acerca al peligroso abismo del descenso para un equipo que
navegaba con la Ley Concursal como lastre. Para ese partido, el Celta tuvo la mala fortuna de quedarse sin dos de sus delanteros. Dinei por una lesión, y Ghilas,
que había visto la quinta amarilla una semana antes frente al Hércules y
estaba sancionado. Eusebio Sacristán, un técnico que demostró en Vigo
que no le temblaba el pulso con los canteranos, llamó para ese partido a
Joselu
y Iago Aspas para cubrir su baja. Eusebio los mandó a calentar en la
segunda mitad, y ambos se miraron. ¿Se atrevería a ponerlos en el
campo?. La duda se despejó unos minutos después cuando Eusebio hizo
gestos al moañés: "Vístete, que vas a entrar".
Balaídos recibió a Aspas con alegría, porque sabía de su calidad, pero
también con la incerteza de quien jugaba el segundo partido con el
primer equipo. Las dudas, si las había, se despejaron a los dos minutos
de su entrada al terreno de juego, cuando intentó batir al meta rival
con astucia. No lo logró, pero sería el primer aviso de lo que vendría
por delante. A diez minutos del final, Trashorras
abrió un balón a la banda, y Dani Abalo desde la derecha pondría un
precioso balón que Aspas cabecearía al fondo de las mallas. Otra vez la
conexión Abalo-Aspas haciendo de las suyas, pero esta vez con el equipo
de los mayores y en un partido decisivo. Aspas corrió como un loco, se sacó la
camiseta, lo que le costó una amarilla, enarboló un micrófono de
ambiente. Esta fuera de sí, pero el Alavés lo devolvió a la realidad en
menos de cinco minutos logrando el empate. Ya en tiempo de descuento, Falcón
salvó el segundo de los blanquiazules. Balaídos ya daba por bueno un
empate que no le dejaba salvado, pero tampoco desahuciado, y pasando
tres minutos del tiempo reglamentario, Jordi Figueras
botó una falta en campo propio, Jonathan Vila peinó el balón, que cayó a
pies de David Rodríguez y su tiro, rechazado por el portero, fue
aprovechado por Aspas para marcar el 2-1 que llevaba la locura a
Balaídos. Ahora sí, no había tiempo para otro gol del Alavés. Aspas se
retiraba del campo a hombros de sus compañeros, mientras Abalo gritaba:
"¡Es el mejor!". Pocos como Dani conocían al nuevo héroe del celtismo,
que se quedó en el primer equipo para siempre.
Eusebio Sacristán continuó siendo el entrenador en la Temporada 2009-10,
la primera completa de Aspas con el Celta. La labor del técnico
castellano fue importante en la carrera de Aspas, a quien labró como
futbolista y también como persona, intentando calmar un carácter que
hacía peligrar su talento. Ante la Real Sociedad fue expulsado en cinco
minutos, primero por una falta y luego sacar otra sin el permiso del
árbitro. Eusebio llegó a amenazarlo con cambiarlo en un descanso si no
pedía perdón al árbitro. En cierto modo, suavizó sus aristas, pero su
juego seguía siendo intermitente. Aquel año anotó 5 goles en 36
partidos, en otro año flojo del Celta. El trabajo de Eusebio con Aspas tendría su recompensa, ya que el moañés
salvó la cabeza de su técnico en más de una ocasión. Primero ante el
Recreativo, con su puesto en entredicho, y especialmente en un choque
ante el Girona. La carta de despido del vallisoletano estaba redactada, e
incluso su sustituto, sonó con fuerza Lillo, pero el Celta ganó con un
gol de Iago Aspas y Eusebio siguió en el cargo, a pesar de no cumplir
con lo esperado en la Liga, y sin que el rendimiento de Aspas fuese
sobresaliente.
Pero su talento no pasaría desapercibido ni mucho menos. El Celta
realizó una gran campaña en la Copa del Rey, llegando hasta cuartos de
final con el Atlético de Madrid como rival. El partido de ida se disputó
en el Vicente Calderón, y Aspas deslumbraría a España con un excelso
pase de tacón que aprovechó Trashorras para anotar el 0-1. No fue el
único gol exquisito que anotaría. Ya en la temporada siguiente, con Paco Herrera
en el banquillo y sin ganarse la titularidad, apenas jugó 9 partidos de
inicio, anotó un gol de tacón ante el Villarreal, con un gesto técnico
precioso, y otro golazo ante el Granada con un tiro lejano ante el que
Roberto, el meta nazarí, solo pudo aplaudir.
A Paco Herrera, Aspas lo tenía enamorado. Pero no acababa de encontrarle
un sitio en el equipo. Aspas solía funcionar cuando salía, pero el
técnico catalán apostaba por la dupla De Lucas-David
Rodríguez, que tan buenos resultados le estaba dando. El moañés apenas
entró en la recta final del campeonato, donde se convirtió en un jugador
importante, pero sin llegar a ser decisivo. El Celta perdió la
oportunidad del ascenso en una eliminatoria muy dura ante el Granada, en
la que Aspas fue el centro de las iras de la parroquia nazarí. En el
partido de ida, Aspas golpeó fortuitamente a Roberto,
meta del Granada y ex jugador del Celta, en la cara, provocando un
fuerte hematoma, que el Granada, a través de su página web oficial,
aprovechó para calentar el partido de vuelta.
La afición granadina recibió a Aspas con el cuchillo entre los dientes.
Se repartieron carteles en los que se ponía precio por su cabeza. Era
una forma de intentar amedrentar al jugador, que fue titular y sufrió
todo tipo de provocaciones por parte de los rivales, especialmente del
propio Roberto, que conocía su carácter y quería sacar partido de ello.
Aspas estuvo muy contenido durante todo el encuentro, y en la tanda de
penaltis mandó callar a Los Cármenes cuando anotó su gol. Fue expulsado
por ello de forma sorprendente, y el Celta acabaría eliminado tras
perder en la tanda de penaltis.
Tras ese verano, el Celta emprendió una pequeña revolución en la plantilla. Se marcharon hombres importantes como Trashorras, Falcón, Michu o López Garai, y llegaron Oier Sanjurjo, Natxo Insa, Orellana y
Bermejo, entre otros. Además, Paco Herrera tenía otros planes para Iago
Aspas. Bermejo, que venía como referencia ofensiva, fue situado como
mediapunta, dejando a Aspas en punta de ataque como falso nueve. A Aspas le costó entrar en el equipo, pero tras una
serie de remontadas en Jerez y Villarreal, con el moañés como
protagonista, Herrera le otorgó galones. Desde ese momento su
titularidad fue indiscutible. Además, su rendimiento iba cada vez a más. Llegaron los goles, pero
también una importante participación en el juego ofensivo, asistencias, y
un trabajo defensivo muy loable y que siempre agradecen los
entrenadores. El Celta, tras algunas dudas en el arranque, enganchó una
racha muy buena, especialmente a partir de diciembre, con Aspas como
protagonista. El juego del equipo, además, era muy bonito, y eso
enganchaba al público. La temporada dejó partidos memorables, como la
goleada al Numancia, las remontadas ante Almería, Recreativo, Barcelona B
o Xerez, o una victoria in extremis en el campo del Valladolid que
supuso finalmente el ascenso, puesto que los castellanos serían los
grandes rivales del Celta.
En las jornadas finales, cuando todo se decidía, Aspas lejos de
arrugarse se erigió en el gran protagonista, anotando 8 goles en cinco
partidos, que supusieron cinco victorias decisivas para el Celta. Aspas
anotó ante el Alcorcón (2), Guadalajara (2), Alcoyano (1), Xerez (2), y
Nástic de Tarragona (1). Precisamente tras esta última victoria el Celta
dejaba encarrilado el ascenso, puesto que le bastaba un punto para
lograrlo en la última jornada, y se enfrentaba a un Córdoba que
necesitaba también el empate para asegurarse la promoción del ascenso.
El resultado fue un lógico empate a cero.
Iago Aspas ya era jugador de Primera División. Lo celebró, especialmente con sus amigos Orellana, Hugo Mallo y Roberto Lago,
con quien forjó una gran amistad durante ese curso. Como era
previsible, no le faltaron ofertas en verano, pero prefirió seguir en
Vigo, e incluso amplió su vinculación contractual hasta junio de 2017.
También le llegaron los reconocimientos. El diario Marca le entregó el
Trofeo Zarra de Segunda, destinado al máximo goleador nacional de la
categoría de plata. Los lectores de la web moiceleste.com le eligieron mejor jugador de la temporada, y ganó el premio de la LFP al mejor delantero de Segunda. Además, a finales de ese año recibió el Trofeo Manuel de Castro, Handicap, como mejor jugador del Celta del año 2012. Tantos reconocimientos podrían despistarlo en la nueva temporada. Nada
más lejos de la realidad. Fue el máximo goleador en la pretemporada, con
cinco dianas, y continuó a un excelente nivel desde la primera jornada
del campeonato. No tardó en llamar la atención de la prensa y se
convirtió en el jugador más mediático del Celta, la estrella
indiscutible del Celta y el principal pilar sobre el que se sustentaban
las opciones de permanencia del conjunto vigués.
En lo deportivo, el Celta arrancó el campeonato más o menos bien, pero a
partir de enero de 2013 fue empeorando su juego de forma preocupante,
hasta el punto de meterse en puestos de descenso. El momento cumbre
llegó tras una derrota en Getafe (3-1). El equipo estaba dando una
lamentable imagen, y Paco Herrera lo señaló sacándolo del campo a los
pocos minutos de la reanudación, dando entrada a Santi Mina, un juvenil.
Aspas le negó el saludo a su sustituto y golpeó con fuerza un balón que
rondaba por el banquillo vigués. Ya en los vestuarios, hubo sus más y
sus menos con Bermejo, que le recriminó de forma muy airada su actitud.
Casi llegan a las manos.
En sala de prensa, Herrera volvió a cargar contra Aspas: "Aspas desde
hace seis o siete partidos no ofrece soluciones. Entre todos lo habéis
matado. No está en la tierra, está en una nube", señaló el técnico al
término del partido. Los malos resultados le costarían el puesto al
catalán unas horas después, y el rendimiento de Aspas quedaba en
entredicho tras estas declaraciones. Tras el cese de Herrera llegaba
Abel Resino, con la intención de salvar al equipo.
Pero el peor momento de Aspas aún estaba por llegar. Primero Eusebio, y
después Herrera se habían afanado en domar el carácter que le acompaña
en el campo desde que es un niño. Parecía que lo habían conseguido, pero
en un derbi disputado en Riazor, Aspas sacó lo peor de si mismo. El
moañés cayó inocentemente en las provaciones de Marchena, un veterano
futbolista que vivía sus estertores futbolísticos en el Deportivo, y le
propinó un cabezazo que le costaría su expulsión y una posterior sanción
de cuatro partidos. A Aspas le llovieron las críticas, primero del vestuario, en la boca de
Mario Bermejo, y de un gran sector de la afición que recriminaban a
Aspas una actitud que le costó la derrota al Celta en Riazor (3-1),
dando vida a un rival por la permanencia que estaba casi muerto. Aspas
purgó durante cuatro largas jornadas, en las que vio como su equipo
apenas lograba cuatro de los doces puntos en juego. Desde el palco VIP
de Balaídos, Aspas sufrió como un celtista más, con la impotencia de no
poder ayudar a sus compañeros.
Fue una dura penitencia para Aspas, que llegaba para las últimas y
decisivas jornadas de Liga. En su reaparición, el Celta logró una
importantísima victoria ante el Levante (0-1), en un gris partido de
Aspas, pero en la siguiente jornada marcaría un gol muy importante ante
el Athletic. Un punto de oro gracias a un gol muy trabajado del moañés.
Aspas también marcaría en Valladolid, en la penúltima jornada,
transformando un penalti, y sería clave en la última jornada ante el
Español, dando una asistencia de gol a Natxo Insa, tras un primoroso
regate a Colotto. El Celta había logrado lo imposible, ya que dependía
de que el Deportivo no ganase en Riazor ante la Real Sociedad.
La afición saltó exultante al terreno de juego a la conclusión del
encuentro, y Aspas, confundido entre el bullicio, fue abandonando como
podía el recinto vigués con lágrimas en los ojos y visiblemente
emocionados. Abajo, en el vestuario, sus compañeros celebraban el
milagro, pero Aspas lo hacía con moderación. Sentado en el vestuario,
recibía el apoyo de su amigo Abalo, mientras enjugaba sus lágrimas.
Sabía que era su último partido con la camiseta del Celta. Aspas había
aceptado una oferta del Liverpool, que cuadruplicaba su sueldo y le
reportaba al Celta unos nueve millones de euros, el cuarto traspaso más
caro en la historia del club céltico, solo superado por los traspasos de
Makelele y Michel Salgado al Real Madrid, y el de Turdó al Rennes, todos ellos en tiempos de bonanza económica y con el Celta en puestos europeos.
Antes de irse, Aspas se despidió oficialmente con una rueda de prensa en
la que no pudo evitar que las lágrimas volviesen a hacer acto de
presencia. Se fue como un celtista, lo que siempre será. Tras hablar
con la prensa, saltó al césped y recibió el cariño de una afición que
jamás lo olvidará. Llegó a Vigo siendo un niño, se enamoró del escudo de
la Cruz de Santiago, salvó al Celta de un descenso y fue parte
fundamental en un ascenso, y acabó yéndose mientras dejaba muchos
millones de euros en la caja del club. Siempre se le recordará como lo
que fue, un futbolista enorme, un niño pequeño en el campo, y un
excelente tipo fuera de él.
Aspas iniciaba su aventura inglesa con el Liverpool, con quien tendría
la oportunidad de debutar en la Premier League. Comenzó bien, pero
cuando regresó Luis Suárez su importancia bajó mucho, hasta el punto de
perder la titularidad. En el verano de 2014 surgió la posibilidad de
regresar a España, concretamente al Sevilla, a donde llegó cedido con
una opción de compra obligatoria cifrada en 6 millones de euros. Con los hispalenses vivió situaciones encontradas. Fue el máximo
goleador de la Copa del Rey, junto a Neymar, y ganó la Europa League,
pero apenas jugó. En Liga solo marcó 2 goles, y tuvo varios
encontronazos públicos con el técnico, Unai Emery. Cuando se anunció la
renovación del vasco, Aspas decidió abandonar Nervión, y en su camino se
cruzó nuevamente el Celta, que pagó 4 millones de euros más variables
para traer a casa al hijo pródigo, firmando un contrato que le unía al
Celta hasta el 30 de junio de 2020.
El 15 de Noviembre de 2017 será una fecha que Iago no podrá olvidar. El gran esfuerzo y sacrificio en los clubes donde ha jugado, se ha visto recompensado por su debut en la selección española de fútbol, en un partido amistoso contra Inglaterra en uno de los campos soñados para todo jugador: el Wembley Arena.
Su debut no habría podido ser mejor. Entró en el minuto 45 sustituyendo a Vitolo, su compañero en el Sevilla CF. Solo le bastaron 44 minutos para dejar su sello de "Galicia Calidade", marcando un extraordinario gol y abriendo así las puertas de la remontada, que conseguiría Isco en el tiempo de descuento. ¿Se puede pedir mas?
GRANDE, IAGO ASPAS